jueves, 27 de diciembre de 2007

ASÍ SEA


Y cuando te remates
Y cuando tu soledad esté loteada
Vas a ser un Gran Country
Y yo voy a seguir eligiendo
El yuyo sincero del baldío

miércoles, 19 de diciembre de 2007

MOSTRO


sábado, 15 de diciembre de 2007

FERNANDA


Un colectivo derrumbado en medio de la calle. Es un Mercedes de la línea 37. Redondo, viejo y entregado como un elefante moribundo. Ella cruza mirando de costado. Entre el mar de gente que se arremolina en la vereda para ver la danza de las ambulancias, las camillas, los heridos. Camina apurada. Bajo el brazo lleva un libro y una carpeta verde. Su nariz filosa le abre el paso, cortando el aire. Así son las narices. A la vanguardia pese a todo. Es parte de su condicion noble. En cambio el pelo, negro, gira en círculos furiosos alrededor de su cabeza y se le enrosca en el cuello, como si ella lo llevara contra su voluntad, como si quisiera él también formar parte de la danza sangrienta de la vereda.

viernes, 7 de diciembre de 2007

PUERTAS


Una puerta. Una puerta esperando a que la abran.
Nadie entra. Demasiado ocupados.
El tiempo y la gente pasan en cámara lenta.
Las puertas no llaman.
Esperan.
En silencio.

A veces se abren solas.
Y entonces: miedo.
A nadie le simpatizan las puertas que se abren solas.

Otras se cierran de golpe.
Las puertas no avisan.
El "Ey, me voy a cerrar" no es
propio de las puertas.
Calladas
aguantan las correntadas,
hasta que no aguantan más.


Algunos esperan
detrás de la puerta.
Otros espían.
Otros escuchan.

Y ellas, ahí.
Conscientes de su destino.
Nadie va a una puerta.
Las puertas sólo se abren y se cierran. Nada más.
Sólo se atraviesan.
Para salir o para entrar a algún lado.


Hay puertas corredizas. Para arrugar. Bastante aparatosas, en realidad.
Hay puertas blindadas. Pesadas y con mil trabas. Hechas para el NO.
Hay puertas giratorias. Ligeras. Huecas. Triste y locamente ajetreadas.
Hay puertas vaivén. Que se abren y se cierran varias veces más rápido que el ojo humano.

Pero cualquiera sea el caso
La puerta no es un buen lugar
para quedarse.
Eso dicen las madres. Que saben mucho.
"No te quedes en la puerta". "Entrá o salí".
No está bien visto. Nada bueno puede esperarse
de esos que se estacionan en la puerta. Siempre hay algo
demasiado importante,
mucho más importante que hacer.


Pero muy pocos saben.

Hay puertas con un sólo lado.
Sólo es cuestión de abrirlas y entrar.
Y entonces,
en ese preciso instante,
si uno mira hacia atrás,
puede ver que la puerta ya no es la puerta.

Algunas puertas esconden secretos maravillosos.

Lugares en donde no hay puertas.
Lugares en donde no existe el tiempo.
Donde todo está ahí. Abierto
para los que saben jugar.


Hay pocas.
No muchos tienen la suerte de dar con una de esas.
Y algunos les pasan por delante todos los días.

Suele escucharse por ahí
que hace falta morirse para eso.
Pero no es cierto.
La gente dice muchas pavadas.
Y abre muy pocas puertas.-