martes, 15 de mayo de 2007

HISTORIA DE BERNARDINO, EL PESCADO INADAPTADO


"Aquel con ojos de globo",
dijo Martín impaciente.
El vendedor miró al cliente y
sonrió con cara de lobo:
"¡Se ve que el chico no es bobo!",
gritó rumbo a la pecera,
pero codeó a la cajera
que, de risa, se doblaba.

Esa tarde Bernardino
(pues así fue bautizado)
viajó en auto y embolsado
hacia su nuevo destino.
Y si bien por el camino
sus dueños lo examinaron
ni siquiera imaginaron
todo lo que seguiría.

Pronto surgió el primer signo,
algo no era muy normal.
Realmente, aquel animal
se portaba en modo indigno...
¿Bajo qué influjo maligno,
panza arriba y a sus anchas,
este bicho hacía la plancha?
¡¿Era forma de nadar?!

La familia entera, inquieta
ante tan rara dolencia
recurrió al fin a la ciencia
por nociones más completas.
"¿¡Han perdido la chaveta!?",
preguntó el veterinario.
"Estoy con un dromedario,
no me hagan perder el tiempo."

"¿Es que acaso desconfía?
Véalo usted mismo"
, dijeron,
y en la camilla pusieron
la pecera de agua fría.
"¡Por las barbas de mi tía!,
¡Sí que flota...! ¿se habrá muerto?"

Y un chorro lo dejó tuerto.
Se lo tenía merecido.

El médico, muy formal,
escoltó su retirada
de cerca y a las patadas.
(¡Qué hombre tan sentimental!)
Sin saber cuál era el mal
la familia volvió al nido
con el ánimo abatido
para la hora de cenar.

Fue entonces que se llevaron
otra pequeña sorpresa.
Cuando ya lista la mesa
a comer se prepararon,
pronto, muy pronto quedaron
con la mandíbula al piso
cual víctimas de un hechizo
a las que algo congeló...

Al oler el pollo asado
saltando sobre la cola
salpicaba y hacía olas.
Se puso como chiflado.
¿¡Alimento balanceado!?
¡Mejor una vaca entera!
Lo escupía para afuera
rugiendo igual que un león.

A la mañana siguiente
todo fue mucho peor.
¡Del apetito el fragor
lo volvió casi demente!
Insultando a los presentes
corcoveaba hasta el calambre
¡Que estaba LOCO de hambre
nadie lo podía negar!

Tras roer las piedras del fondo,
se había tragado hasta un sello
y exclamaba a voz en cuello
que era Oliverio Girondo.
"Tranquilos. Respiren hondo.
No perdamos la paciencia.
Y a tan tremenda incoherencia
de una vez pongamos fin".

La madre siguió: "Este entuerto
ya me tiene patilluda.
Quizás esta barracuda
requiera un pequeño injerto
de neuronas, pues mamertos
como éste he visto pocos.
¡Si no le funciona el coco...
algo tenemos que hacer!"

Mientras tanto Bernardino
usaba de conector
el tubo del aireador
a un vaso de submarino.
Y soñaba con tocino,
tallarines, ajo, hinojos...
...¿por qué no el carasius rojo,
su colega de pecera?

Famoso por ser un hombre
de harto elocuentes palabras,
esa noche el Doctor Cabras,
psicólogo de renombre,
por fin dijo: "No se asombren.
Es un caso muy corriente.
Seré breve: El paciente
es un pescado inadaptado"

"Lo que este ...atún necesita
(...¿o merluza?...¿o abadejo?...)
no es para nada complejo:
una linda pescadita.
Y con esto mi visita
voy dando por concluida."
"¡Pero... ¿y lo de la comida?!"
"Ah. ...Suspendan el limón"


El diagnóstico fue firme,
la prescripción, terminante.
Si era serio o delirante,
no hay nada que lo confirme.
Manifestó: "Tengo que irme"
y a la familia perpleja
no dejó entre las orejas
más que un signo de pregunta.

¡Buscaron meses la dama
que fuera más de su agrado...!
¿Si la encontraron?: Lenguado
(con finas hierbas de cama).
Y un día...: "¡Basta de escamas!"
Cambiaron de camiseta,
sin pensar que ala y aleta
tienen bastante en común...

¿Petra, escamas? ¡Noo, ni en chiste!
Por eso es que la compraron.
Y aliviados suspiraron
al ver que comía su alpiste.
Ya estaban hartos de alvistes,
cornalitos y dorados.
¡Sí, señor! Un emplumado
les vendría mucho mejor.

Colgaron la jaula justo
debajo de la ventana
y así pasaron semanas
sin sobresaltos ni sustos.
¡Oírla cantar era un gusto!
Pero una noche de luna
redonda y roja, a la una
un ruido los despertó...

Miraron entre las algas
y se dieron por vencidos,
pues lección les dio Cupido
de que no hay razón que valga.
Él, en las nubes cabalga,
él tiene manos y alitas,
con sus flechas nos agita
y se alimenta de besos...

...¿qué pepino le interesa
si es pescado o pajarita?
Y hasta hoy, con una pajita
de snorquel, una cabeza
surca el agua con destreza...
¡Es Petra tras su galán!
Las olas vienen y van
(nadie sabe bien adónde)

En fin, Petra y Bernardino
se quieren tal como son.
Y pese a la incomprensión
encontraron su destino
Tuvieron muchos hijitos
que parecen basiliscos
pero más feos y más bizcos.
¿Qué hay más loco que el amor?

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué bendición ver a Bernardino navegando en la net por fin!! Cuánta destreza para eludir las redes cibernáuticas!!! Orgullo de dopesca.

Melina dijo...

vio?? y no ha de quedarse acá, no señor!!: ni para un rodete le alcanza la red!!!

agdamus dijo...

Este texto me alucina! Mis felicitaciones.

Ernestina dijo...

Excelente!!!!!! Me encanta Bernardino... Me encanta que sea inadaptado!!!!! Saludos... yan